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-Semanas -responde Lia con una sonrisita que deseo borrar -por eso esperamos nuestro primer hijo, anoche te lo iba a decir, pero estabas tan contenta con tu despedida de soltera que no quise sacarte de tu error, la despedida era para mí.
-¡Oh, Dios mío! - toco el dije que llevo puesto y me lo quito tirándolo a los pies de Carlo pues en él había una foto de los dos con el campo para la foto de nuestro primer hijo -dime ¿qué eso no es cierto? -sollozo y Bruno coloca su mano sobre mi hombro -dime, ¿estos años juntos significaron algo para ti, acaso esto es una cruel pesadilla?
-No puede -responde Lia por él -no puede porque eso sería negar a su hijo, deberías de tratarlo como lo que ahora es para ti, tu cuñado -sonríe.
-¿Por qué eres tan mala conmigo?, ¿Qué hice para que me trates de esa forma? - sollozo y me percato de la presencia de mis padres quienes me miran tapándose la boca -sabes cuanto amo a Carlo y me hiciste esto; y tú, Carlo yo te quería de verdad, teníamos tantos sueños -lloro desesperada -¿ustedes lo sabían, verdad? -le pregunto a mis padres.
-Yo, yo lo siento hija -dice mi madre -creí que solo era una broma de muy mal gusto de parte de tu hermana y no creía conveniente decirte nada.
-¿No lo creíste?, dejaste que me humillaran -trago saliva -¿y tú, padre tú lo sabías? -suspira y sé que lo sabía -los odio, hoy me perdieron... -me siento agobiada -ya estuvo bien, todo se lo pasan a ella siempre y yo tenía que ser la siempre perfecta Paulina, pues se acabó hoy ganaron a su nieto -miró a Lia y su vientre -y ganaron a su yerno pero me perdieron a mi -mi madre solloza y mi padre guarda silencio, siempre le convino que alguna de las dos nos casáramos con Carlo pues eso elevaba la posición económica de sus empresas así que no dice ni hace nada -Bruno, Bruno sácame de aquí -me quito el anillo de compromiso y lo tiro.
Nos subimos al carro de él en completo silencio, él me mira, pero no sé ni quiero saber lo que dice su mirada, solo quiero dormir y despertarme cuando todo esto se acabe, asimilar que él hombre a quien amo no me ama y ama a mi hermana, y fruto de ello se casaron y van a tener un hijo es algo que me devasta.
-¿A dónde quieres ir? -inquiere tras manejar sin saber el rumbo.
-Llévame a la que iba a ser mi casa, allí están todas mis cosas y quiero recogerlas antes de decidir a dónde quiero ir -, le digo sintiendo que mi vida se ha quedado sin un norte definido pues todo lo que pensaba que iba a suceder finalmente no ha pasado ni pasará.
La manera en que veo las cosas sigue demasiado gris pues no siento que las cosas sean reales, por un lado, me gustaría que esto no hubiera sucedido nunca, pero, por el otro siento que tal vez fue lo mejor pues he podido descubrir la verdad y no me case con un infiel mentiroso de lo peor.
Me siento engañada, utilizada, humillada, tonta entre muchas otras cosas, tras un rato de ir en completo silencio veo a lo lejos la que sería mi casa y unos momentos después me he bajado del carro con Bruno siguiéndome de manera incondicional, entró en la casa sintiendo deseos de llorar desesperadamente pues nada más hacerlo veo las cajas de regalos que nos enviaron y pensar en devolverlas me revuelve el estómago haciendo que incontrolablemente termine en el baño vomitando y con Bruno sosteniendo mi cabello.
Es una imagen deplorable, levantó la mirada y veo el enorme espejo que Carlo y yo habíamos elegido cuya finalidad principal era utilizar esta noche mientras hacíamos el amor viéndonos en él, reflejando nuestra pasión, una pasión que no existe y que parece solo era lujuria, el reto de acostarse con una mujer que, aunque no era virgen no tenía mucha experiencia sexual.
Me siento patética pues veo mi vestido sucio, mis enormes ojeras y ojos rojos de tanto llorar, mis mejillas pálidas pues es evidente que llevo mucho tiempo sin comer, Bruno me limpia la cara tras haberme lavado; lloro de nuevo viendo las toallas que mandamos a hacer especialmente con nuestras iniciales, me levanto sintiéndome débil y muy triste.
Bruno no dice ni hace nada para lastimarme y me siento pésimo pues él ha estado todo el tiempo conmigo, salimos del baño y nos sentamos en la bonita sala de estar que decoramos Carlo y yo, qué dolor siento de estar en esta casa.
Un horrible pensamiento se atraviesa por mi mente ¿y si ese bebé fue concebido aquí? ¿y sí la trae a vivir en esta casa?, eso sí que no lo soportaría, pero no puedo decir nada pues está casa la compró él como regalo para nosotros dos.
-Quiero cambiarme, antes que nada.
Bruno asiente y sin poder evitarlo lloró en sus brazos una vez más, tras momentos imparables de hacerlo como una magdalena abrazada al único hombre que no merece soportar esto de mí, me aparto.
-Sé que tal vez sea mucho pedir, pero crees ¿qué puedes ayudarme a quitarme este horrible vestido? -él asiente mirándome de manera tan tierna que me estremezco -es que tiene muchos botones diminutos y se supone que...
-Carlo te ayudaría a quitártelo -yo asiento acongojada -no te preocupes preciosa, sabes que siempre puedes contar conmigo. Sé que fui un tonto al irme como lo hice sin siquiera insistir en que me acompañaras cuando era lo mínimo que podía hacer por la mujer que amaba y que me amaba -intentó protestar, pero él no me lo permite -déjame curar tus heridas o al menos consolarte hoy -asiento.
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